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ATEGA Asociación Terapias Galicia

 

EL LIBRO DE BIOQUANTUM

 

Capítulo 3

 

La vida, los sueños y la muerte

 

 

 

La vida es un constante estado de transformación, y la muerte, por supuesto, forma parte también de ese proceso tan natural. Tú piensas que te conoces a sí mismo; pero de seguro no te das cuenta que a niveles internos las moléculas y partículas atómicas que componen tu cuerpo aparecen y desaparecen de vez en vez. En otras palabras, mientras vives, algunas “luces” en tu interior se apagan y otras se prenden de manera incesante. Vida y muerte, muerte y vida a la vez.

 

Porciones infinitesimales de tu imagen corporal se desmigajan momento a momento para ser remplazadas enseguida, y tú ni siquiera le dedicas un pensamiento a ese sorprendente hecho. Deberías considerarte afortunado de seguir aquí, vivito y coleando, a pesar de las numerosas muertes y renacimientos que ocurren en el físico durante toda tu vida.

 

Si tus células no murieran, y no fueran remplazadas, tu imagen física no podría seguir existiendo, así que, en tu actual existencia, tu conciencia también “parpadea” alrededor de tu envoltura física siempre cambiante. Hay ritmos dentro de los cuales ocurren una infinidad de variaciones semejantes a una integración y desintegración cósmica-espacial y tú también formas parte de ellos. Lo que tú llamarías muerte, no es más que una duración más larga o continuada de esa pulsación de la que no eres plenamente consciente. La muerte del tejido físico es una parte del proceso de vida como la conoces; es un segmento de la constante transformación, y siempre nueva vida brotará enseguida.

 

En tu situación presente consideras arbitrariamente que dependes de una imagen física dada; o sea que te identificas mucho con tu cuerpo. Como te dije hace unos instantes, partes de ese cuerpo mueren a lo largo de tu vida, y el cuerpo que tienes ahora no contiene una sola partícula de materia de las que tenías hace diez años, por ejemplo. Ahora eres diferente a como eras hace tiempo. El cuerpo que tenías hace quince o veinte años está “muerto”. Sin embargo, no cabe duda que no estás muerto y eres capaz de leer este libro con esos ojos que están llenos de materia viva. ¿Entiendes?

 

Ese proceso de transformación al que me refiero, es tan suave, que no te das cuenta que sucede realmente. Las pulsaciones cortas las pasas por alto, pero tu percepción física no es capaz de salvar el vacío cuando ocurre el ritmo de pulsación más largo. Y es ese tiempo, precisamente, el que percibes y has dado en llamar como “muerte”. Es necesario que conozcas lo que pasa cuando el Ser se separa del cuerpo y no tiene una imagen más que ponerse. ¿Quieres?

 

Ésta que estás viviendo no es la única existencia que has tenido ni tendrás. Otra vez te digo que sólo usas los cuerpos como prenda de vestir en cada flujo de espacio-tiempo. En el pasado has usado muchos otros. ¿Por qué no lo recuerdas? Porque no tienes la conciencia despierta. En tu vida anterior no avanzaste más de lo que has conquistado en ésta. Lo único que utilizaste fue el cerebro de aquel entonces y sólo te interesaste por el cuerpo físico otra vez. El detalle es que aquellos cuerpos perecieron junto con su respectivo cerebro, y no recuerdas nada porque ya no están contigo y en ti ahora. También se debe a que supones que lo único que puedes recordar es la presente vida, y olvidas la mayor parte de los días porque no los sabes “vivir” en realidad.

 

Al morir, tu cuerpo se irá a la tumba, lo sabes perfectamente; también entiendes que con el paso del tiempo se consumirá. El traje o cuerpo físico en polvo se convertirá, pero tu Ser muy vivo seguirá. El problema es que volverás a nacer y no vas a recordar lo que hoy estás viviendo porque tu cerebro del futuro no está aquí presente, aunque tu espíritu sí. ¿Qué será entonces lo que debes hacer?

 

Tus ‘creencias’ en relación a la muerte son las que cambian en gran medida esa experiencia, ya que todo lo interpretas de acuerdo a los conocimientos adquiridos, al igual que en estos momentos interpretas la vida según lo que crees que es o no posible. El Ser es capaz de abandonar el cuerpo en forma lenta o rápida dependiendo de muchas variantes. Por ejemplo: puede ser tan grande el pánico que tengan algunas personas a la muerte, que  en un momento dado queden en estado de coma, y vaya que eso sucede muy a menudo, ¿verdad?

 

Por otro lado, quiero que entiendas que siempre que duermes y entras a un sueño profundo, tu Ser abandona el sistema motor que lo contiene, o sea, el cuerpo físico. Y aunque normalmente lo hace por períodos de tiempo cortos, a veces podrían ser demasiado largos. Cualquiera podría llegar a pensar que estás muerto, o por lo menos “en coma”, si sales del cuerpo para hacer una visita a otras dimensiones y en ese viaje te tomas uno ó dos días del tiempo de la Tierra, ¿o tú qué crees? Todavía no entiendo por qué se le debe tener tanto miedo a morir si todas las noches durante el sueño se experimenta, aunque sea en una pequeña modalidad, el mismo proceso que se da en la muerte de verdad.

 

Quienes en vida no hayan tenido mucho miedo de enfrentar la muerte, al dejar el cuerpo reconocen pronto su nueva situación y, resignados, se alejan de allí sin hacer aspavientos. Pero los que toda su vida estuvieron súper ‘dormidos’ de la conciencia, al desencarnar ni siquiera se dan cuenta que ellos son los muertos. Bien se pueden pasar horas analizando su propio cadáver, y hasta se admiran por el gran parecido que tienen con el difunto. ¿Te das cuenta a lo que conduce la ignorancia respecto a estos temas?

 

¿Sabes qué sucede después que alguien muere? Normalmente se ponen a recapitular partes de la vida que acaban de tener. Luego entran en un pequeño período de rendimiento de cuentas donde examinan meticulosamente su nueva situación. Escrutan sus capacidades, estudian sus puntos débiles y ven dónde tuvieron más fallas, tomando nota de cada una de ellas. Enseguida deciden si se toman unas merecidas vacaciones o vuelven pronto a la existencia física para corregir los detalles que les hayan quedado pendientes.

 

Así como lo fueron en vida, siguen siendo de vital importancia toda clase de emociones que el fallecido tenga, por eso, ayuda mucho que esté una comitiva de antiguos familiares y amigos esperándole en el más allá. En caso que sus conocidos ya estén nuevamente encarnados, o hayan pasado a otros estados de conciencia, su maestro guía es quien toma el papel de alguno de aquéllos para que éste no se sienta solo, triste y abandonado.

 

Por supuesto que no todos viven la misma realidad una vez que llegan a formar parte del mundo de los muertos. La experiencia de cada quien es distinta. Verás, para los que estuvieron enfocados únicamente en la parte física, y que por desgracia padecieron muchas enfermedades, se envía a éstos a hospitales donde se les da el tratamiento adecuado. ¿Te preguntas por qué?, porque yo también me lo preguntaba. Hasta parece increíble que después de extintos muchos de esos enfermos sigan proyectando las mismas dolencias que tuvieron en vida. Por esa razón se les somete de inmediato a procesos de rehabilitación, pero de tipo psicológico, más bien, para hacerles entender que las creencias tan acendradas traídas del otro plano son las que ocasionan los malestares en su “cuerpo” ahora.

 

Puede que después de la muerte haya quien se niegue a creer que está difunto, y continúa éste enfocando su energía emocional en aquello que conocía en vida. Si alguien estaba obsesionado con un proyecto en particular, seguro tratará de llevarlo a feliz término. Por fortuna en ese plano siempre estará su guía personal para ayudarle a entender la nueva situación, aunque puede ocurrir que esté tan absorto en su “trabajo” que no le preste la más mínima atención. En no pocas ocasiones los muertos hasta se quejan de las supuestas intromisiones del guía, y aducen que sólo obstaculizan su avance.

 

Quien haya estado muy identificado en vida con su imagen corporal, al morir puede que no entienda el verdadero significado de su nueva experiencia, y hasta puede intentar meterse al cuerpo otra vez, sin darse cuenta que ya está bien frío, porque es cadáver. Si lograra su cometido, resulta que al tratar de reactivar los mecanismos físicos se va a dar cuenta de las condiciones en que está su cuerpo, y por lo menos se pegará un susto del cual no se va a olvidar jamás.

 

Algunos lloran desconsolados sobre sus despojos, si es que tuvieron un accidente y quedaron desmembrados, sin darse cuenta que en esa otra realidad están “completos”. Quienes hayan odiado su cuerpo descubrirán después del deceso que están muy apegados a él. Caso contrario, como te decía, los que  no se hayan identificado mucho con la imagen del cuerpo verán que les es más fácil aceptar su nueva situación y alejarse tranquilamente del mismo.

 

Todas estas circunstancias pueden ocurrir o no dependiendo del individuo del que se trate. Sin embargo, inmediatamente después de abandonar el cuerpo físico, todos se encontrarán dentro de otro “cuerpo”, el cual tiene la misma forma que utilizó durante los viajes conscientes fuera de él. Esa forma parecerá sólida y física, pero no puede ser vista por quienes continúan vivos. Con la ayuda de ese “cuerpo” se pueden hacer todas las cosas que se hacían en sueños como volar, traspasar objetos sólidos, o trasladarse según sus deseos para viajar de un lugar a otro a medida que se está pensando en ello. Aquí quiero destacar algo muy importante: quienes pueden percibir a los desencarnados, normalmente son personas de buen corazón; y ellos siempre se preguntarán por qué ellos y no los familiares directos son los que debieran percibir a sus propios muertos…

 

Si después de la muerte alguien se imagina a sí mismo como niño, adquirirá inmediatamente la forma del pequeño que fue. Durante cierto período de tiempo va a poder manipular las formas y tomará cualquier apariencia experimentada mientras tenía conexión con la imagen física. Quien haya muerto, por ejemplo, a los noventa años, y quiere percibirse con la galanura que tuvo a los treinta, así será. De hecho, la mayoría casi siempre escoge la imagen que tenía en el momento que alcanzó su máximo desarrollo emocional sin tomar en cuenta la edad. En tratándose de las comunicaciones para con los vivos, se adopta la forma que se tenía precisamente cuando se mantuvo relación con quien uno se conecta.

 

Tal y como llevas un récord de la vida en estado consciente o de vigilia, y esa memoria le da sentido de continuidad a tu vida, asimismo dentro del estado de sueño tienes archivos igualmente vastos. Entiende, existe una secuencia tanto en tu vida de despierto como en la que llevas durante los sueños. Si en un momento dado no le encuentras coherencia a tus sueños, es porque una vez despierto te hipnotizas a ti mismo para no creer que tal cosa pudiera existir. Tú mismo te encargas de descartar la probabilidad; y es que al abrir los ojos quieres siempre traducir las aventuras nocturnas en conceptos físicos e intentas hacerlas encajar en tu percepción distorsionada y limitada de la realidad que conoces.

 

En el primer capítulo te dije una gran verdad: «que siempre me ha parecido más eficaz y creativo el humano estando dormido que despierto». ¿Por qué crees que digo lo anterior con tanta seguridad? Porque a la mayoría le enfada admitir que en sueños pueda hacer cosas que despierto le parecen imposibles, como eso de volar sin estar sujeto a las leyes de la física tales como la gravedad, etc. Lo malo es que existen muchos seudo profesionales en el campo de la salud que suponen de manera inexacta que ese tipo de experiencias son simbólicas y no literales.

 

Yo te aseguro que todas esas vivencias, entre las que se destacan los vuelos que realizas, son más reales de lo que te puedas imaginar. Quienes vayan por el mundo queriendo explicar por qué se vuela en los sueños, utilizando para ello complicadas teorías, seguro carecen de razón y su verdad no la sustentan, porque lo que defienden no les consta; para ellos puede ser conocimiento adquirido, algo que alguien más les dijo o lo leyeron por ahí, y esa es su verdad, aunque sea a medias. Quiero que sepas que cuando sueñas que vuelas ¡eso estás haciendo en realidad! No hay nada más de qué hablar.

 

Durante los sueños se actúa más o menos en las mismas condiciones como cuando el Ser ya no está dentro del cuerpo. Muchas experiencias que se tienen en sueños son como las que va uno a encontrar después de la muerte. Por ejemplo: se puede hablar con familiares desencarnados, visitar el pasado, saludar a viejos compañeros de trabajo, caminar por calles que existieron hace cincuenta años, viajar a través del espacio sin emplear tiempo físico para hacerlo, recibir enseñanzas o enseñar a otros, hacer trabajos con sentido, solucionar problemas del diario vivir, etc., etc.

 

Si en la vida física existe un intervalo entre la concepción de una idea y su realización física, en la realidad del sueño no sucede de esa manera, porque allí se plasma o sucede todo de inmediato. Para que te vayas familiarizando con la realidad que se te presentará después de la muerte, más vale que explores y entiendas la naturaleza de tus sueños ahora. En el estado de sueño recuerdas a todas las personas, circunstancias y cosas con que has tenido alguna relación, aunque en la vida diaria no lo re-conozcas. Dormido puedes compartir muchas cosas bellas con amigos que viven muy distantes de tu mundo y al despertar no sabes siquiera que existen.

 

Tus tareas físicas diurnas tienen un significado y un propósito, al igual que las aventuras que tienes en los sueños; en ambas siempre alcanzas ciertas metas propias. La vitalidad, la fuerza y la creatividad de tu existencia física se generan en la dimensión desconocida. En sueños aprendes a crear tu realidad física de todos los días, así como después de la muerte te dedicas a planear magistralmente tu siguiente vida en el plano sublime. Si no la has usado tú alguna vez, por lo menos habrás escuchado de otros la siguiente frase: ‘deja lo consulto con la almohada’, ¿cierto?, porque en los sueños resuelves los problemas difíciles que se te presentan durante el día.

 

En la vida física sólo ves lo que quieres ver; de todo el campo disponible de la realidad percibes ciertos datos que seleccionas cuidadosamente de acuerdo a los conceptos que tengas de la misma; y a final de cuentas eres tú quien crea esos mismos datos. Por ejemplo, si crees que todo son malos, no podrás experimentar la bondad en nadie porque te estarías cerrando a ella; y los demás, a su vez, te mostrarán su peor lado. Te esforzarás telepáticamente para no gustar a los demás proyectando en ellos tu aversión. En otras palabras, tu experiencia responde a tus expectativas.

 

Si estás obsesionado con la idea del mal, siempre encontrarás condiciones malignas. Si crees en el demonio, te encontrarás con demonios. En los sueños y fuera del cuerpo físico consciente los pensamientos y las emociones se convierten en realidad sin que medie lapso de tiempo alguno. Así que, si crees que te vas a ver envuelto en una grave enfermedad, proyectarás de inmediato la forma mental que desencadenará el achaque sin darte cabal cuenta que se trata de tu propia creación. La mente es muy poderosa y crea todo lo que cree, mucho ojo.

 

Cuando tengas los ojos abiertos, no des por sentado que sólo existen los objetos que percibes. Mira hacia donde el espacio parece vacío y escucha en medio del silencio. Hay estructuras moleculares en cada milímetro de espacio vacío, sólo que no te has enseñado a percibirlas. Ciertamente hay otras voces, pero has entrenado tus oídos para que no las oigan. Deja te pregunto: si sabes usar tus sentidos superiores estando dormido, ¿por qué no les haces caso cuando estás despierto? ¿Qué te pasa? ¿Por qué esa incongruencia?

 

Todos los acontecimientos pueden cambiarse antes y después de haber ocurrido. Los eventos y los objetos no son absolutos, son más bien moldeables; no son estables ni permanentes aunque así lo parezcan en la realidad física. Cualquier cosa que se pueda palpar físicamente es mera proyección de una realidad mayor que viene a densificar desde dimensiones superiores. Los acontecimientos de los que eres consciente son sólo los fragmentos que se introducen o aparecen en tu conciencia cuando estás despierto.

 

Después de la muerte todos los humanos pueden acceder a una variedad sin límite de experiencias de acuerdo al grado de desarrollo interno o espiritual que en vida hayan alcanzado. La reencarnación implica mucho más que la simple decisión de vivir otra existencia física. Estás aprendiendo a crearte a ti mismo. Los conceptos de bueno, mejor, óptimo, etc., pueden producir cierta confusión porque estás queriendo ser cada vez tan completo como sea posible.

 

El experimento que transformará el mundo se basa en la idea fundamental que tú creas tu realidad de acuerdo con la naturaleza de tus creencias. En el plano sublime, mejor conocido como la dimensión de la elección, sabes bien que tú creas tu propia existencia física tanto de manera individual como colectivamente, y allí te reúnes con otros que han decidido tener el mismo tipo de experiencia para la firma de contratos. Así es como comienza la gran aventura cooperativa a medida que se alistan todos los involucrados para encarnar en conjunto.

 

Hablando de tiempo físico, hay quienes podrán tomarse siglos en elegir, mientras que otros lo hacen en unos cuantos años nada más. Pero desde siempre se han registrado casos excepcionales en los que alguien regresa rápidamente a otra existencia física en sólo horas de haber fallecido. Se trata de hechos causados por un deseo obsesivo de volver a la vida física por un propósito especial donde en cuanto se descarta el cuerpo físico viejo se renace en uno nuevo para terminar algún trabajo importante que quedó sin concluir.

 

Un verdadero trabajo interno-creativo hace que te involucres en diferentes procesos cooperativos en los que aprenderás a profundizar en otros flujos de conciencia. Así conseguirás percibir la existencia de muchas más dimensiones que las que conoces. Por esta y otras razones, la parte creativa de tu Ser es multidimensional. Su origen no tiene lugar en una sola dimensión, sino en varias, y tiene el matiz de la multiplicidad desde su propio origen.

 

Ese trabajo y función de la creatividad te está recordando que tu realidad es multidimensional. Así que, la ley del ‘autoconocimiento’ deberá tener a partir de ahora un significado mucho más amplio del que tenías antes. Autoconocimiento es lo mismo que extraer de tu interior la información contenida desde el origen de los tiempos…

 

De hecho, sé que cuando estás solo puedes conocer algunos de esos flujos de conciencia de los que hablo. A veces oyes palabras o percibes imágenes que pudieran estar fuera de contexto en tus pensamientos, y que, de acuerdo con tu educación, creencias y formación puedes interpretarlas de muchas maneras. Sin embargo, en muchas ocasiones pudiste haber sintonizado inadvertidamente con uno de esos flujos de conciencia y pudiste haber abierto momentáneamente un canal a otros niveles de realidad en que habitan otras partes tuyas.

 

Algunos de esos flujos pueden incluir pensamientos de lo que tú llamarías un “yo reencarnado”, pero enfocado en otro lugar o periodo de la historia como la conoces. También podrías «pescar» un acontecimiento en el que estuviese involucrado un yo probable, de acuerdo con tus inclinaciones, tu flexibilidad psíquica, curiosidad y tu deseo de conocimiento. En otras palabras, puedes ser consciente de una realidad mucho mayor de la que conoces, usar capacidades que no sabes que posees y conocer más allá de toda duda que tu conciencia e identidad propia son independientes del mundo en el que estás enfocando ahora tu atención principal.

 

Esas otras experiencias ─que no dejan de ser tuyas─ siguen alegremente su curso aunque estés despierto o dormido, aunque normalmente las bloqueas cuando estás despierto. En estado de sueño eres mucho más consciente de ellas, lo que pasa es que en el proceso final del sueño con frecuencia enmascaras las experiencias psíquicas intensas y lo que recuerdas es sólo parte del final. Ese recuerdo último convierte la experiencia principal en algo que sea lo más parecido posible a los términos físicos y queda totalmente distorsionado.

 

Cuando no quieres recordar un sueño en particular, tú mismo censuras la memoria. Incluso tú mismo te puedes sorprender en el acto de suprimir deliberadamente el recuerdo de un sueño. Aquí es donde disfrazas apresuradamente la experiencia con ropas lo más parecidas posible a las físicas. Eso lo haces porque no quieres aceptar que la experiencia no es física. No todos los sueños son de esa naturaleza; algunos tienen lugar en áreas mentales conectadas con tu actividad diaria por lo que el proceso del ocultamiento no es necesario. Quiero que te quede claro lo siguiente: en niveles muy profundos de tus sueños entras en comunicación con otras partes de tu identidad y con las otras realidades en las que también existes.

 

En ese estado te dedicas a trabajos y labores que pueden estar conectados o no a tu interés tal como lo conoces. Aprendes, estudias, juegas; haces cualquier cosa, excepto dormir, según la idea que tienes del término. Te pones muy activo; te ocupas en el trabajo de fondo, en el verdadero núcleo de tu existencia. Permíteme señalar que aquí lo que ocurre sencillamente es que no estás inconsciente. Sólo lo parece, ya que por regla general no recuerdas nada de eso por la mañana. Sin embargo, hay quienes se dan el lujo de ser parcialmente conscientes de esas actividades, y también existen métodos científicos que te permitirían recordarlos hasta cierto punto.

 

Tu Ser o conciencia abandona siempre tu cuerpo cuando estás dormido. Te comunicas con personas que conociste y que están en otros niveles de realidad, y lo que es más, mantienes y revitalizas creativamente tu imagen física. Procesas la experiencia diaria, la proyectas en lo que tú piensas es el futuro, escoges entre un infinito número de acontecimientos probables que vas a hacer físicos, y comienzas los procesos psíquicos que los traerán al mundo de la sustancia.

 

Al mismo tiempo haces que esa información esté disponible para las demás partes de tu identidad que habitan en realidades diferentes y recibes de ellas información de manera recíproca. No es que pierdas contacto con tu “yo” ordinario despierto, sencillamente no estás enfocado en él porque centras la atención en otra parte. Durante el día simplemente inviertes el proceso. Si miraras tu ser normal diario desde el otro punto de vista, encontrarías a tu ser físico despierto tan extraño como encontrarías al ser dormido.

 

Pero bueno, sigo sosteniendo que tú dormido tienes mucho más conocimiento que estando despierto, por muy orgulloso que estés de tu cuerpo físico diurno.

 

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